Güero güero, incluyentes nieves jarochas

*Durante casi 50 años, con el tradicional grito se disputan clientes para ganar adeptos de las mejores nieves que se hayan probado por estos lares y de paso transmutan el color de piel de locales y visitantes

Óscar Sánchez

Veracruz, Ver.- A lo lejos se alcanzan a escuchar unos gritos que sobresalen sobre el bullicio de un histórico y caluroso Centro Histórico de una ciudad que carga a cuestas ser cuatro veces heroica.

Los sonidos que emergen de una calle aledaña al zócalo del puerto de Veracruz anuncian un espacio donde todos se transforman en una sola persona, en una que el folklore jarocho transmuta.

Un espacio, formado en la calle Insurgentes Veracruzanos, entre Zamora y Mario Molina, llama a deleitarse el paladar, refrescar el cuerpo que sucumbe ante las altas temperaturas y de paso cambiar de piel por arte de magia.

El “güero güera / güero güera” que gritan a todo pulmón hombres y mujeres remite a sabores de mamey, mango, nanche, limón, jobo, coco, cacahuate y guanábana, pero además nos traslada a un lugar donde todos somos güeros, aunque la piel sea morena, apiñonada, rojiza, blanca.

Sin importar el color de locales y visitantes, desde hace casi 50 años, el grito de batalla de “güero güero güero” impera para ganar adeptos de las mejores nieves que se hayan probado por estos lares.

En medio de una disputa de comercios por atribuirse el alarido, cada día, semana, mes y año que pasa adquieren un mejor sabor las nieves de tropicolada, chocolate, maracuyá, vainilla, queso y un largo etcétera que se convirtieron en toda una tradición.

Ya sea en automóvil o a pie, docenas y cientos de personas que llegan al mítico puerto veracruzano se refrescan con las nieves el “güero”, que ante el éxito se han reproducido como copias en colonias populosas de toda la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río-Medellín.

Visitar las vetustas casonas del primer cuadro de la ciudad y sus angostas calles, como espejo de la vieja Habana, son parada obligada, pero también escuchar los gritos a pulmón abierto de los volovaneros, que se mezclan con los neveros.

La sensación de los 35 grados centígrados escurriendo por la piel, sólo pueden apaciguarse con los vasos repletos de nieves del güero güero, y el tilin tilin del café lechero y la canilla en la mítica Parroquia.

Junto a los sones que se tocan desde el alma y los danzoneros en la Plazuela de la Campana, disfrutar el puerto pasa por San Juan de Ulúa, el Baluarte de Santiago, el Faro Venustiano Carranza, el barrio de la Huaca, La Parroquia y las nieves del güero güero.

 

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